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La mejor tenista argentina, que pasó a la segunda rueda, defiende la categoría del circuito femenino  

Si no fuese tenista, sería modelo. Pintada, arreglada, inmaculada, minutos después de un debut auspicioso por 6-3 y 6-1 frente a la alemana Angelique Kerber. Se siente cómoda. "Lo más importante es disfrutarlo", cuenta la bronceada chica de Tigre. Sin embargo, el tema central es otro: el competitivo (o no) nivel de las damas. Lejos de las luces de Navratilova, Evert, Graf o nuestra Gaby Sabatini, el tiempo de hoy se entromete entre las bellezas, el negocio y el deporte. ¿En ese orden, Gisela? "El nivel es alto. Hace unos años, para las buenas, las primeras rondas eran más accesibles, ahora cualquiera puede ganar. Se ven partidos más peleados, es alto el nivel y la competencia es dura. No es fácil llegar al top 20", analiza, despreocupada. Alguna pista debe haber para tanto escepticismo, Gisela. "Tal vez, las Williams no juegan tanto. Puede ser que antes no existían los altibajos de hoy, pero no mucho más", dice la bella jugadora, que se medirá en la segunda etapa con una vieja conocida: Victoria Azarenka, de Bulgaria.

¿Y el regreso de Henin? ¿Y Clijsters? ¿Cómo han podido ingresar tan rápido a la elite si tanto tiempo estuvieron lejos del impacto de drives? "Justine como Kim son muy grandes. Yo sabía que si volvían tenían todo para estar ahí. Físico, tenis, cabeza. Ellas son dos grandes campeonas", advierte, casi al pasar. "Y no es bueno que no esté aquí Serena. Su ausencia se nota", cuenta la chica de 25 años que aún sueña con alcanzar el top 20. Al menos, en el dobles, con la italiana Flavia Pennetta, es una auténtica N° 1. "Disfrutar: es lo único que importa", insiste la joven que, cuando puede, va de shopping, al cine, lee un libro. Se escapa un poco de la vorágine de los courts. "Para poner los pies en el suelo", aclara. Vaya desafío.