| Viernes 26 de Abril de 2024 |
23/06/2010 | 01:38hs
INTERNACIONALES
Rescatar heridos, una misión entre la vida y la muerte en Afganistán

Los equipos médicos vuelan a las zonas de combate. Pero en ocasiones son derribados.

El Marine había recibido un balazo en la cabeza. Estaba más adelante de donde combatía el resto de su patrulla. Un helicóptero Black Hawk de evacuación médica volaba hacia él oscilando peligrosamente antes de aterrizar en las cercanías. Varios Marines subieron abordo al hombre. Tenía la cabeza vendada y el cuerpo fláccido. El sargento Ian J. Bugh, médico del vuelo, comenzó la reanimación cardiopulmonar mientras el helicóptero se elevaba en medio de los disparos y se alejaba zigzagueando. ¿Era posible salvar a este hombre? No, moriría horas más tarde. A casi nueve años de iniciada la guerra de Afganistán y con el número de efectivos militares llegando a los 100.000, el ritmo de trabajo de las tripulaciones aéreas que evacuan a los heridos se ha vuelto vertiginoso . Y la cantidad de soldados estadounidenses muertos mensualmente en suelo afgano este año supera a la de cualquier mes del año pasado . De acuerdo a la OTAN, todos los efectivos con heridas graves deben arribar a un centro de trauma dentro de los 60 minutos contados a partir de que la unidad pidió auxilio . La mayoría lo logra. Pero no es tan simple . La semana pasada, un Black Hawk que cumplía una misión de evacuación médica fue derribado por una granada propulsada por cohete y cuatro tripulantes murieron. Y las experiencias de mayo y comienzos de junio de una tripulación aérea del Ejército, la de la Compañía C, Sexto Batallón, 101ª Brigada Aérea de Combate, pusieron de manifiesto las dificultades que causan la distancia, las tormentas de arena y los talibán que se ocultan en los alrededores de las zonas de aterrizaje. También revelaron que las tripulaciones enfrentan sufrimientos tan antiguos como las batallas. En una guerra de guerrillas cada vez más violenta , los jóvenes soldados que combaten en lugares desconocidos sufren heridas que, pese a la velocidad y la habilidad de los equipos de rescate, pueden acabar rápidamente con su vida . En el caso del destacamento de la compañía C, la última misión había sido muy complicada. A lo largo de varios días, sus integrantes rescataron a un Marine que había perdido ambas piernas y un brazo por la explosión de una bomba; el médico militar logró mantener al hombre con vida. Recogieron a dos Marines mordidos por el perro buscador de explosivos de su unidad. Aterrizaron en busca de un cabo que tenía una lesión en la espalda debida a un accidente vehicular. Y día tras día se habían visto en problemas para evacuar a afganos o Marines heridos de bala o por explosiones de bombas, e incluso habían tenido que cumplir una misión que casi los lleva a una zona de aterrizaje donde los talibán habían plantado una segunda bomba, con la esperanza de que una aeronave se posara sobre ella. Los Marines descubrieron la trampa y guiaron a los pilotos a un punto más seguro. Días antes de que el Marine fuera herido en la cabeza, se había recibido otra llamada. Había estallado una bomba junto a una patrulla que bordeaba el río Helmand. Había dos Marines heridos. Uno agonizaba . “Voy yo”, dijo el sargento Jason T. Norris, uno de los jefes de la dotación. Arreciaban condiciones demasiado peligrosas para volar. Se autorizó a una tripulación a intentarlo. Habitualmente, los vuelos de evacuación médica despegan con un piloto experimentado y otro más joven como copiloto. Ambos se turnan en los controles. Desde Kandahar, el comandante de la brigada, el coronel William K. Gayler, ordenó un cambio. El vuelo requería experiencia. El suboficial principal Joseph N. Callaway, que tenía casi 3.000 horas de vuelo, reemplazaría a un piloto más joven y volaría con el suboficial principal Deric G. Sempsrott, que contaba con casi 2.000 horas de vuelo. El Black Hawk despegó con la luz mortecina del atardecer. Voló a 130 nudos y a unos 9 a 12 metros del suelo. A los diez minutos de vuelo, la radio actualizó la información con que contaba la tripulación. Uno de los Marines había muerto . El jefe del equipo, el sargento Grayson Colby, dejó caer los hombros y luego se estiró para tomar una bolsa para cadáveres. Había otro hombre que salvar . Días después, el equipo volvía a Marja a toda prisa. Otro Marine había sido baleado. Los pilotos pasaron la zona de aterrizaje, inclinaron la nave y miraron hacia abajo. Un afgano de uniforme se arrastraba por la tierra. Unos Marines se acurrucaban en una zanja. El combate rugía en torno al humo verde de una granada. El Black Hawk completó su giro, esta vez muy cerca del suelo, y descendió. Se oían tiros por todas partes. El herido no estaba a la vista. “¿Dónde está?” preguntó por radio Sempsrott. Camilla en mano, los sargentos corrieron hacia los árboles, donde un Marine, el cabo Zachary K. Kruger, era atendido por su escuadrón. Tenía un balazo en el muslo, cerca de la ingle. No podía caminar . Unos cien metros separaban al grupo del helicóptero, recorrido que debía hacerse al descubierto, sobre tierra blanda y bajo fuego talibán. Dentro del helicóptero, los pilotos trataban de irradiar tranquilidad. Sabían que los talibán habían ofrecido una recompensa a quienes destruyeran aeronaves de EE.UU . Las balas pasaban zumbando. Su tripulación regresó corriendo de entre los árboles. Los Marines y el sargento Bugh cargaban al cabo Kruger. Cayeron al suelo, se pusieron de pie, volvieron a correr, cayeron de nuevo y finalmente llegaron al Black Hawk y arrojaron la camilla dentro. Seis minutos y medio después de aterrizar, el Black Hawk levantó vuelo, se inclinó hacia delante y se elevó sobre la vegetación, ganando velocidad. El equipo había llegado a tiempo . Cuando el Black Hawk tocó tierra, el herido intuyó que viviría. “Gracias, muchachos”, gritó el cabo a la tripulación. Los pilotos apagaron los motores del Black Hawk. Otro tripulante se lavó las manchas de sangre. Antes de inspeccionar la aeronave para ver si tenía agujeros de bala, el sargento Bugh y el sargento Colby se quitaron los cascos y los chalecos protectores y se dieron un abrazo breve y silencioso.

FM 101.7 "Estudios V.C."