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01/03/2010 | 17:37hs
INTERNACIONALES
Un alerta de tsunami que no llego nunca a las islas Juan Fernádez

La armada no emitió la alarma; hubo 8 muertos y 14 desaparecidos.

Los isleños del archipiélago chileno Juan Fernández sintieron un leve temblor en la madrugada del sábado, uno más de los que no vale la pena tomar en cuenta. Y siguieron durmiendo, sin advertir que en minutos las islas serían arrasadas por un tsunami, cuya alerta nunca les llegó. Durante la mañana pudieron notar el daño que el sismo, con epicentro al norte de Concepción, había provocado en el continente, mientras las autoridades de los islotes esperaban la información sobre un posible tsunami. Cuando la marea comenzó a subir, no quedó más que recurrir a la sirena de advertencia de peligro inminente. Parte de los más de 629 habitantes de Juan Bautista, en la isla Robinson Crusoe, corrieron hacia los cerros sin tiempo de salvar más que unas pocas pertenencias. Una ola de 15 metros arrasó con todo lo que encontró a su paso. En pocos minutos, el escenario de las desventuras de Alejandro Selkirk -el marinero escocés que estuvo cuatro años varado en la isla- quedó devastado. El cementerio, las iglesias, los recintos deportivos y el único colegio de la zona fueron reducidos a tablas sueltas y vidrios rotos. Los edificios de la gobernación local simplemente desaparecieron. Una vez que el mar retrocedió, la isla Robinson Crusoe se inundó nuevamente, pero de desolación. El fango cubrió tres kilómetros hacia el interior desde la costa. Alberto Recabarren, de 40 años, sobrevivió al desastre luego de resistir más de dos horas sepultado bajo los restos de su casa. "Por lo menos tres veces fui arrastrado por las olas y pude mantenerme al agarrarme de unas zarzamoras", contó a radio Bio Bio. El tsunami dejó un saldo de ocho muertos y 14 desaparecidos en la isla. Las muertes y la destrucción fueron consecuencia de una falla en la detección de la marejada, tras el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que azotó Chile. Otro testigo de la tragedia fue el biólogo Ismael Cáceres, de la Universidad Católica de Chile, que escapó de la inundación, a diferencia de su prometida. La demora en el aviso de marejadas, que dejó sin campo de acción a los pobladores de Juan Fernández, provocó un fuerte polémica entre la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) y la armada chilena, y obligó al Ministerio de Defensa a ser árbitro en la controversia. "Es la verdad, aunque duela. Ayer, una repartición de la armada cometió un error. Lo que se vio en la costa entre la Sexta y la Novena Región es un maremoto, aquí y en Burundi", admitió el ministro de Defensa chileno, Francisco Vidal. "Recibimos la información de que no había tsunami. Cuando preguntamos por una variación en la altura de la marea, se nos habló de no más de 18 centímetros y estábamos hablando de metros", dijo Carmen Fernández, directora de la Onemi.

FM 101.7 "Estudios V.C."